
Una noche húmeda sin estrellas y de madrugada, iluminada por el reflejo de los faroles de las calles empedradas y oscuras.
Yo salía de un bar, un bar donde la asistencia de personajes sin destino era
habitué, vestía un pantalón negro
chupin, remera negra impresa con la silueta en rojo de una mujer,
borcegos estilo militar, cabellera azabache .
Sola, cruzando unas vías abandonadas de un tren sin rumbo, dos muchachos quieren llamar mi atención, se me acercan y uno de ellos sutilmente trata de entablar una conversación conmigo para así poder
conquistarme.
Asimilando que su conquista no iba a tener un buen resultado, se desvían del surco que mis pasos van dejando y entran a un edificio, un edificio con una gran entrada, iluminado, moderno, amplio, ellos desaparecen dentro.
Llego donde esta mi auto, intento salir, no tengo espacio, estoy acorralada, otros autos
entrecruzados me lo impiden.
Desesperada pensando que mi sueño, mi anhelo de toda mi vida se esfumaba, busco auxilio y contención a la vez con mi mirada, una mirada
desprolija y frágil.
Gritan mi nombre, alguien me llama, era aquel muchacho que minutos antes deseaba ser parte de mi vida, asomado desde el balcón de ese iluminado edificio me invita a su departamento, sin opción y sintiendo un alivio acudo hacia él. Deslumbrada por la situación que se vivía dentro de esas cuatro paredes, sonrío, el clima era de alegría y festejos, hombres, mujeres y niños estaban mirando un partido de fútbol, el grito de un gol me sorprende, empiezan a tirarse y tirarme huevos, pero eran huevos duros que quedan escondidos dentro de mi cabellera. Me uno a ellos, me sentía cómoda.
El tiempo pasaba, un sol débil y sin fuerzas no quería pedir más permiso, ya quería asomarse.
Tenia que llegar a mi destino, no podía fallar, él me estaba esperando, iba a ser un gran día, iba a ser mi gran día, iba a ser nuestro gran día.
Despidiéndome de mis nuevos conocidos, me enfrento a la noche húmeda sin estrellas, está nevando, aglomeración de gente con rostros desconocidos que no dejan que llegue a el auto, finalmente subo, arranco y me voy, me voy hacia no se donde, estoy perdida, busco ayuda y decido no perder mas tiempo y preguntar, preguntar como salir de este embudo, que quizás sea solo una de mis tantas imaginaciones, una pareja de ancianos me dicen que simplemente yendo marcha atrás podría conseguirlo.
Lo intento una, dos y tres veces hasta lograrlo, pero se me hace imposible manejar, la nieve, la gente, se me hace difícil llegar a él.
Correr, caminar apresurada y volver a correr era la solución, el muchacho, ese que quería
conquistarme desea seguir a mi lado y acompañarme, y viendo que sus intensiones eran sinceras le explico que en el lugar donde ansío llegar me estaba esperando un amor, sin decir nada comprendió y se alejo.
Mi reloj marcaba 5 horas de retraso, mi tristeza y mi angustia ya invadían mi cuerpo, la inseguridad se estaba adueñando de mi como otras tantas veces.
Llego al lugar, seguía nevando, un carrusel con luces de colores iluminaban su rostro, estaba ahí, lo veo sonreír y suspirar, me esperaba con un copo de nieve de
azúcar, en cada mano.
Corrí a abrazarlo, corrió a abrazarme, el latido de su corazón lo sentí dentro del mío, como lo sentía cada vez que nos amábamos, el calor de su piel me protegió.
Suerte que viniste, no se que haría sin vos… me dijo al oído.
Y lloré se satisfacción.
Abro los ojos, despierto, es de día, mi rostro tiene una sonrisa y una lágrima la acaricia.
Habrá sido la fiebre de anoche que me hizo delirar?
Si, ya se, fue solo un sueño….
Quiero que mi sueño se haga realidad.